Acta de la asamblea de la comisión de análisis de 29 de junio de 2012

29 de Junio de 2012

ACTA DE LA ASAMBLEA DE LA COMISIÓN DE ANÁLISIS

29 de junio 2012, plaza de Pontejos, 19:30-10.00

Nos reunimos en torno a 14 personas, tres de las cuales se acercaban por vez primera a la comisión.

 

Aunque en un principio existía diferentes puntos del día ya planteados grosso modo en anteriores asambleas (reflexión sobre cuestiones de género dentro de las dinámicas internas del grupo, discusión en torno al escenario abierto por la lucha minera, trabajo sobre las “entrevistas”, reanudación de la labor realizada en el “taller participativo”, tema “Cifuentes”, etc), la asamblea terminó básicamente pivotando sobre dos cuestiones:

 

a) una reflexión autocrítica del grupo sobre lo ocurrido en el taller sobre acción y no-acción celebrado en Pontejos el 15 de junio

 

b) una exposición sobre la posible función política de la comisión de análisis donde todos tomaron la palabra

 

Punto A. Autocrítica y conclusiones del Taller de Acción y No-Acción

 

Se inicia la asamblea atendiendo a la necesidad de realizar una autocrítica de lo sucedido, máxime a la vista de lo que algunas de las presentes califican de acto “aburrido”, “encorsetado”, “falto de todo dinamismo” e incluso de un “aborto” (dado que, como argumenta G., no hubo quizá un compromiso del grupo desde el principio y la actividad ya estaba “muerta” desde el principio). Casi todas las intervenciones tienden a subrayar la sensación de insatisfacción respecto al taller, aunque también se destaca tímidamente la capacidad de convocatoria de la Asamblea (la asistencia fue muy concurrida, casi 30 personas).

M. argumenta que “no se captó la idea inicial” y “que no fuimos capaces de llevar a la gente al debate”. Defiende, sin embargo, la gran pertinencia de la expresión “no acción” y considera que ésta fue la principal causa de que tanta gente acudiera a nuestra invitación. Algunos de los que allí intervinieron del grupo realizan una autocrítica directa de su actuación (G., M.) y reflexionan sobre las posibles causas del “fracaso”.

C1. interviene para llamar la atención sobre el hecho de que el taller careciera de una presentación adecuada y que nadie tomara las direcciones de los asistentes. Las intervenciones fueron muy largas y tediosas. Sería preciso, considera, “más automoderación”.

Para C2. el taller no cumplió el objetivo, porque metodológicamente no se había marcado previamente ninguno antes de realizarlo. De ahí que “no se construyera nada colectivamente”. Se escuchan voces –A.- que argumentan que los textos eran excesivamente duros y “difíciles” y que el tono fue excesivamente “intelectual”.

En el contexto de la discusión sobre la falta de “concreción” y tras realizar una breve genealogía del proyecto, E. sigue abundando en esta tendencia autocrítica del grupo, pero también introduce algunos matices. A pesar de que “en el taller nunca supimos lo que estábamos haciendo” realmente y que “confiamos demasiado en los textos”, no cree que el problema tuviera que ver con una “falta de concreción”, sino con una “mala gestión” y con nuestra propia “dispersión”. Pese a todo, E. plantea en qué términos podría realizarse de nuevo, a tenor de lo aprendido, un taller de estas características en el futuro, sobre todo a la luz de la importancia creciente que esta cuestión va a tener próximamente.

M, por su parte, llama la atención sobre la necesidad de “insertar” el problema del taller dentro de nuestra dinámica de grupo, una reflexión que es compartida por varios de los asistentes, y plantea si somos capaces de cumplir con esta función.

D., aparte de recordar que en el grupo contamos con una “profesional” de dinámicas participativas como C., plantea la posibilidad de crear un “dispositivo” al respecto de todas estas cuestiones e introduce una información acerca de Agora sol, un espacio en el que la Comisión podría trabajar a partir de ahora.

S. empieza por decir que, aunque él no pudo asistir, sí le parece cuestionable el uso de la palabra “taller” para definir estas actividades. Por otro lado, lanza una reflexión sobre la excesiva dimensión pedagógica ligada a veces al grupo. Frente a ello, acentúa la preocupación “política” y plantea sus dudas respecto a los “deslizamientos hacia lo cultural”. En este punto se abre un pequeño debate sobre el sentido de lo político y si dinámicas como el “taller participativo” son susceptibles de ejercer un efecto político. S. también plantea que el grupo muchas veces siente cierta reticencia a discutir o “disentir”, lo que provoca ciertas derivas negativas. En este contexto retoma la idea de plantear un debate sobre el sentido del “asamblearismo” y su importancia central.

Ch. también muestra su insatisfacción por el título del taller y recoge algunas de las cuestiones ya planteadas como la necesidad de complementar lo teórico con la práctica concreta. Insiste también en el fallo de no haber articulado en el taller, tras la reflexión teórica, un repertorio posible de acciones.

C2 advierte del peligro de una “divergencia” o “dicotomía” en la comisión que nos pueda “separar” e insiste en la necesidad de trabajar más en lo concreto desde una definición común de lo político. Llegados a este punto, se propone que cada uno defina qué posible articulación política debería realizar la Comisión.

 

Punto B. A Exposición sobre la posible función política de la comisión de análisis

 

Toma la palabra M., quien alude a la importancia de politizar y problematizar aquellas cuestiones que parecen obvias y naturales y utiliza el concepto de hegemonía. M. habla de “eliminar eufemismos” y traza tres posibles puntos de referencia políticos de Análisis.

 

-Autorreflexión del movimiento

-Combatir la desinformación de los medios de comunicación

-Reforzar la dinámica asamblearia.

 

M. pone como ejemplo la discusión que tuvo lugar en el contexto del taller sobre el significado de la crisis y la impotencia al respecto de la Izquierda. Mientras G. enfatiza la cuestión, introducida por M., de la hegemonía y considera que la comisión debería actuar como “caja de herramientas” teórica y conceptual del movimiento sin autoconstituirse como “vanguardia”, E., en la línea de su intervención anterior, reivindica la importancia de los conceptos y duda de que la Comisión arrastre funestas “inercias académicas”. En este punto M. relaciona Universidad con Estado y critica el acdemicismo, lo que lleva a E. a abogar por una función en Análisis respetuosa con la teoría.

C1 recoge la idea de las “herramientas”, pero subraya que lo que a él le interesa especialmente es crear instrumentos participativos que reproduzcan el propio movimiento social; esto es, para que este pueda ser inclusivo, pueda auto problematizarse y habilitar nuevos espacios.

En este punto, S interviene para llamar la atención sobre el aspecto político inherente a la Asamblea. Como él mismo ha querido dar una mayor concreción a su intervención de lo que fue recogido inicialmente en el acta, se incorpora un anexo al respecto (Anexo de S.).

C2, por su parte, vuelve a constatar la urgencia por entender qué es politizarse y pone el ejemplo del “taller participativo” para abordar la cuestión desde la práctica. Propone como tarea, lo que es agrado para muchos, de analizar la función que la televisión tiene en el metro y de actuar en términos de contrainformación con flyers o prospectos…

“¿Qué estamos aportando al resto del movimiento?”. Tras esta pregunta, la intervención de Ch gira en torno al punto de la comunicación con otras asambleas: ¿cómo nos relacionamos con ellas? Recuerda cómo el grupo funcionó muy bien en relación con las demandas exteriores e insiste también la vertiente práctica y la relevancia de que la comisión solucione el problema de la difusión (mejor que en el pasado, pero aún insuficiente). Esta “importancia de la transversalidad” también es destacada por D., quien valora que la Comisión siempre tenga al menos dos proyectos en activo en la agenda.

Las intervenciones de las nuevas compañeras destacan nuestra “autocrítica” y sus sorpresa ante los giros de la discusión y su dinámica, sobre todo después de haber debatido sobre “temas eternos”.

 

Invitación a la convocatoria del Taller participativo

 

Por último, ya tras realizar la convocatoria para el miércoles, C2. realiza una pequeña síntesis de la labor realizada en este punto y subraya la importancia de que todo el gran trabajo realizado, así como sus materiales no caiga en saco roto (“sería un desperdicio”); lanza asimismo la idea de darle una vuelta al proyecto de las propuestas del 15M -ya sistematizadas- a la luz del sugerente artículo de Judith Butler ( http://www.vientosur.info/articulosweb/noticia/?x=5190). Es preciso, afirma C2, sistematizar y sumar todos estos materiales. C2 termina enumerando los nombres de las personas interesadas en dicho taller. G. Recuerda, a instancias de C2, el plan de llevar el taller a la Universidad de Alcalá.

 

Entrevistas

 

D y C1 informan de su interés en dar difusión al trabajo y recogerlo en septiembre  ala vista del feed-back recibido.

 

Invitación a que el grupo de análisis tome posición sobre el tema de las clases universitarias en la calle.

 

En un momento de la asamblea, J., una de las personas que acudieron por vez primera  a la comisión, nos invitó a que el grupo tomara una posición respecto a la próxima huelga universitaria y sobre la idea de impartir clases en la calle como protesta. A la vista de que la discusión ya apuntada sobre los puntos del día acordados se estaban demorando se planteó que este tema pasara a la siguiente asamblea.

 

Próximas convocatorias

 

Se consensuó la fecha del viernes 6 de julio a las 19.30 en Pontejos para la próxima asamblea, así como

-una reunión el miércoles 4 de julio en Cruce (doctor Fourquet, nº 5) a las 19.30 para abordar la dinámica del próximo “Taller Participativo”.

-la pertinencia de una reunión durante esta semana de convocatoria abierta para discutir el punto de las “entrevistas” y el taller Twitter.

 

 

Anexo de S.

 

“He leído el acta con atención y hecho en falta una parte que para mí es importante. Se trataría de la intervención relativa al “aspecto político” de la Asamblea, aspecto que no procedería tan sólo de la decisión voluntaria de constituirse como Asamblea política (autoconstituyente, pues) ni del hecho de intercambiar reflexiones acerca de temas ligados más o menos a la política de todos los días, sino que procedería de la “forma” que se da a sí misma la Asamblea. La constitución de esta forma es en sí un acto político, acto que no está definido por un repertorio de formas a priori, sino que debe surgir del propio acto constituyente si no se quiere caer en alguno de las dos dimensiones que considero problemáticas para la propia Asamblea. Por una parte, la de la improvisación de un grupo que decide permanecer sin forma política alguna, fiado al espontaneísmo del acierto cotidiano, y por otra parte la tecnificación bajo alguna mecánica sociológica o psicológica, aunque no necesariamente política.

 

Quise expresarme con claridad, y expuse aspectos a los que ahora no me referiré. También se me quedaron en el tintero algunas ideas acerca de la dificultad (y a veces puede que falta de claridad) de afrontar la dimensión política de nuestro actuar (por ejemplo, a través de la discusión abierta de los “talleres”) frente a un activismo de los movimientos o un activismo de la gestión, pero eso ya no importa. No querría, sin embargo, que quedase sin reflejar esta idea con la que tal vez me haya hecho tan desagradable a algunxs compañerxs pero que considero esencial. No obstante, y ya que también creo que sea una idea poco macerada, ya que nos hemos lanzado de cabeza a la creación de asambleas sin posteriormente mayor autorreflexión, propuse, y desde aquí me reitero, que se celebrase cuanto antes el Taller sobre Asamblearismo. 

 

Un último apunte: entiendo que los “talleres” de la comisión, o como se quieran llamar, son unos espacios de apertura política únicos en el 15M, abiertos a la reflexión política de las definiciones y constituciones políticas de nuestra acción, espacios para confrontar amigablemente con una de las voces que hoy por hoy se atreve abiertamente a dar forma política al 15M a través de sus caracterizaciones, me refiero a Amador, claro está, y que definimos en su momento precisamente por la capacidad de conservar y fomentar esa apertura. Es posible que la comisión de análisis difícilmente pueda confrontarse políticamente con otras comisiones creadoras de acciones y propuestas de acción, pero eso no significa que la acción política de la palabra expuesta en público no sea menos importante. Para mi consideración, éste precisamente sería un ejemplo”.